sábado, junio 02, 2012

Román

La primera vez que Juan Román Riquelme se puso la camiseta de la selección mayor fue el 16 de noviembre de 1997. A los 19 años, en la cancha de Boca y contra Colombia. Entró por Gallardo, fue el último partido antes del mundial de Francia 98. Obviamente, como no podía ser de otra manera, Passarella no lo llevó. Era muy chico pudo haber sido el desatinado pretexto, y no olvidemos, por otra parte, que aquella selección preservaba en su gran mayoría a jugadores de River.

Luego llegó el tiempo del entrenador mejor considerado - al evaluarse su conducta como persona- de la historia del fútbol, y también el más vacilante al momento de revelar su suficiencia: Marcelo Bielsa.

Solo cinco partidos en la Copa America 99 jugó Román en la era Bielsa. Lo cambió por Verón, quien era -según el loco- más congruente con su fórmula operativa. Entiéndase esto como justipreciar la táctica por sobre la técnica, olvidando de esta manera, irresponsable y presumida, que en definitiva los que juegan son los futbolistas. No lo llevó al mundial de Corea -Japón.

El 3 a 0 a Brasil en la cancha de River, con el taco a Ronaldinho y el zurdazo al arco de Dida, fue, por fin, el salvoconducto directo para el primer mundial de Román. Alemania 2006 con José Pekerman al mando.

Luego de jugar un gran mundial, en instancias de octavos de final, en el partido más importante contra Alemania, cuando más se lo necesitaba, Pekerman lo sacó por Lucho Gonzalez. El resto es historia conocida. Después empezaron a cuestionarlo los mismos imbéciles que hoy cuestionan a Messi, Román no soportó la presiones y renunció, dijo que lo hacía por su madre.

Con Basile fue el mejor momento de Riquelme en la selección mayor, injustamente se perdió la Copa America 2007 en la final con Brasil, y a todas luces esa, la del Coco, fue la última gran selección.

Vinieron los tiempos de la mano negra del dios Maradona y Román otra vez renunció, en este caso fue por su amigo: el Coco Basile. Yo tengo códigos, dijo. En verdad quiso decir que tenía principios, que era íntegro, incorruptible, y que estaba dispuesto a resignar otro mundial por defender sus principios. La cama que le tendieron a Basile es compatible con la coyuntura inmunda que se percibe en el seleccionado y en el fútbol argentino en general. Que Sabella no lo haya convocado para jugar con Ecuador es parte de esa misma táctica cobarde que antaño cultivaron los antecesores de Pachorra, dentro y fuera de la cancha.

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